¿Una cerveza después del trabajo? ¿Una copa de vino en el
almuerzo? ¿Cuál es el trago de moda?
Muchos tenemos la costumbre de consumir alcohol, ya sea por
motivos sociales o simplemente para relajarnos después de una larga jornada
laboral. Pero como cualquier exceso, las bebidas espirituosas consumidas en
gran cantidad representan un gran riesgo para la salud, e incluso pueden
provocar la muerte.
En 2012, cada 100 segundos, menos de 2 minutos, alguien en
el continente americano murió por el consumo de alcohol, según cifras de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) . En promedio, América Latina, Estados
Unidos y Canadá forman la región con el consumo de alcohol más alto del mundo,
según revela la misma organización. Más grave aún, los episodios de consumo
excesivo de alcohol están aumentando en la región —en los últimos 5 años
pasaron del 17,9% al 29,4% entre los hombres y se han más que duplicado entre
las mujeres, pasando del 4,6% al 13%.
Más de 200 enfermedades y lesiones están ligadas al consumo
de alcohol, así que el riesgo va más allá de la cantidad de litros consumidos.
“El abuso del alcohol contribuye al desarrollo de enfermedades
cardiovasculares, cirrosis, cáncer y a lesiones por accidentes de tráfico y
violencia”, explica María Eugenia Bonilla-Chacin, experta en salud del Banco
Mundial.
Además, el consumo de alcohol ocupó el cuarto lugar entre
los principales factores de riesgo en América Latina y el Caribe en 2010 en
cuanto a años de vida saludables que se pierden, según un
estudio del Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud (IHME) y del
Banco Mundial.
En 2012, por ejemplo, se perdieron 274 millones años de vida
sana por el alcohol en las Américas, reporta la OMS. Esta cifra muestra la
dimensión del problema, pensando que el alcohol no solamente daña a los
bebedores sino que puede tener impacto en su entorno, por actos de violencia,
accidentes de tránsito, o incluso afectar a las personas que aún no han nacido,
por sus efectos en el embarazo.
Pérdidas de productividad
Y estos efectos en la salud a su vez impactan el desarrollo
de los países.
“Las enfermedades crónicas no transmisibles requieren
contacto continuo con los servicios de salud por largos periodos de tiempo y si
no son controlados requieren costosas hospitalizaciones”, dice Bonilla-Chacin.
Estas enfermedades generan un impacto negativo en las economías de los países
de la región, explica la experta, “debido a pérdidas de productividad por ausentismo
laboral y muerte prematura de los trabajadores”.
Además, muchas veces las lesiones o muertes prematuras
afectan a los jóvenes que suelen estar en edad de trabajar y que podrían
contribuir a la productividad de un país. En 2010, 14.000 jóvenes menores de 19
años en la región murieron por causas atribuibles al alcohol, según cifras de
la OMS.
Factor de riesgo prevenible
Pero esta situación es prevenible, dice Bonilla-Chacin.
“Existen medidas efectivas tanto para reducir el consumo del alcohol, como es
el caso de los impuestos a las bebidas alcohólicas, licencias para la venta,
los límites de edad para el consumo de las bebidas alcohólicas”, dice la experta,
“como para evitar su impacto negativo en la salud, como lo serían límites de
alcohol en la sangre para manejar”.
La OMS habla también de “restringir la comercialización”, es
decir la publicidad de bebidas alcohólicas. Revela que casi el 70% de los
países de la región no reglamentan estas publicidades en la televisión o tienen
códigos reglamentarios que fueron diseñados por la industria de la bebida.
Otra cosa que recomienda la organización internacional es
concientizar a la población sobre este tema y mejorar la recopilación de datos
sobre el consumo de alcohol.
El Pais
Centro terapéutico Valle del Tiétar