19 ene 2017

La luna de miel de las drogas

La antesala de una relación fatal 





Hasta los años setenta, la prevalencia de consumo de drogas legales e ilegales en España era inferior al resto de países de la región europea. El fenómeno de transición política y los cambios culturales acaecidos en los setenta discurrieron en paralelo con un incremento creciente del consumo de sustancias adictivas. Así, a partir de entonces se produce un incremento importante en el consumo de las drogas legales (tabaco y alcohol), explicado en gran parte por la incorporación de la mujer al consumo. En una línea similar, a finales de esa misma década, tiene lugar una fuerte expansión del consumo de drogas ilegales, lo cual parece relacionado con la tardía difusión de la contracultura y la transición política ocurrida en nuestro país.






Los jóvenes de entonces disponían de poca información sobre los efectos a medio-largo plazo de muchas de las sustancias que consumían, así como de los riesgos asociados a su consumo. Hoy en día podríamos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que la inmensa mayoría de las personas que se inician en el consumo conoce los efectos nocivos y perniciosos de las drogas; pero esto no parece tener un efecto disuasorio.

Así la situación, podemos preguntarnos ¿por qué los jóvenes se inician en el consumo de drogas, pese a que disponen de información suficiente y abundante sobre los efectos negativos que estas producen en su salud y en su proyecto vital? Responder a esta interesante pero compleja cuestión, requiere en primer lugar dejar claro que el consumo de sustancias no se produce como resultado de una simple relación causal, sino por un conglomerado de variables que interactúan, y que de modo sintético podemos agrupar en dos grandes bloques: los factores de riesgo y de protección.Dado el limitado espacio de este artículo, incidiré únicamente en uno de los factores que suponen un obstáculo a la prevención del consumo de drogas, y que alude al fenómeno denominado “la luna de miel de las drogas”.

El discurso sobre prevención de drogas que es dirigido a los jóvenes, de modo característico, suele hacer hincapié en las graves consecuencias que para su salud acarrea el consumo. Sin embargo, este mensaje preventivo contrasta con la realidad que muchas veces observan los jóvenes. Pues, tales efectos suelen observarse tras un consumo frecuente o prolongado en el tiempo, y solo de forma probable. Así, para muchas sustancias adictivas, las fases iniciales de consumo no tienen tales efectos negativos, e incluso pueden resultar placenteras y acarrear nulos o escasos problemas al consumidor.

Esta experiencia que viven muchos jóvenes les lleva a poner en duda el mensaje preventivo de padres, educadores o proveedores de salud; y, en cierto modo, estimula su afán de experimentación y su sentimiento de autoafirmación.

FASES DEL CONSUMO
Para entender bien este fenómeno, se hace necesario hacer referencia a las diferentes fases que se dan en el consumo de sustancias:

1. Fase de Iniciación: hace referencia a los primeros contactos del joven con la droga, durante los cuales las drogas suelen mostrar su lado más amable, teniendo como resultado una experiencia placentera, positiva y cautivadora, es lo que se conoce como “luna de miel de las drogas”. Los consumos en esta fase suelen ser esporádicos y principalmente motivados por la presión de grupo que ejercen sus iguales o por lograr la aceptación de estos. Durante esta etapa, el joven mantiene sus hábitos aunque con ligeros cambios, a menudo, imperceptibles en su entorno relacional más próximo, por lo que los padres no se han percatado de la situación y ni siquiera se la imaginan. Si este primer contacto ha sido agradable o ha servido a su fin instrumental, se produce un deseo por volver a tomar la sustancia en nuevas ocasiones. En esta fase, el individuo percibe que tiene absoluto control sobre la situación de consumo.

2. Fase de afirmación: el joven ya conoce los efectos que produce la droga y las situaciones de consumo se hacen cada vez más frecuentes, buscando experimentar los efectos placenteros de esta. Empieza a desarrollarse la tolerancia, por lo que se hace necesario ir incrementando progresivamente la dosificación para experimentar los mismos efectos. El consumo de drogas empieza a mostrar su verdadero rostro, comenzando a surgir pequeños inconvenientes. El joven percibe que la situación comienza a descontrolarse, aunque se niega a admitirlo. Ciertas personas y algunos amigos conocen que consume, pero hay otro grupo de amigos, familiares y padres que ignoran tal circunstancia; aunque en ocasiones pueda aparecer la sospecha.

3. Etapa de dependencia: en esta fase el joven ya ha desarrollado dependencia psicológica y/o física, por lo que el consumo se hace fundamentalmente en clave de evitar el síndrome de abstinencia. Se caracteriza por la pérdida de control, por la obsesión y la compulsión de administrarse la droga, así como por un abandono de sus responsabilidades directas o por una disminución significativa del tiempo dedicado a estas; el cual será reinvertido en acciones que le permitan conseguir la droga o en consumirla. Se hacen evidentes los múltiples problemas en la salud física, psicológica y social, provocando un serio deterioro de la calidad de vida y de su proyecto vital futuro. En esta fase el consumo de sustancias se hace evidente y público.
ESTRATEGIAS EDUCATIVAS

Conociendo el obstáculo que para la prevención supone el efecto “luna de miel de las drogas”, debiéramos considerar algunas estrategias educativas para intentar contrarrestarlo:
Lo primero que debiéramos hacer es cambiar el modo y el tipo de información que se da a los jóvenes sobre las drogas, evitando dramatismos o sensacionalismos. Esta debe incidir fundamentalmente sobre los efectos negativos a corto plazo (ej. disminución de la capacidad aeróbica por efecto del consumo de tabaco) y no exclusivamente sobre los graves y solo probables efectos a largo plazo (ej. desarrollar un cáncer de pulmón); además esta información debe ser adaptada a su edad.

Otra estrategia importante consiste en ayudar a nuestros hijos a comprender y trabajar aspectos tales como la automotivación y la demora de las gratificaciones. Habitualmente los comportamientos no saludables, tales como el consumo de drogas, tienen efectos placenteros y seguros a corto plazo y consecuencias de mala salud a medio largo plazo y solo probables. Es por ello, muy importante, que los jóvenes posean habilidades para saber renunciar a situaciones placenteras inmediatas (como salir un fin de semana antes de un examen y consumir alcohol) en pro de perseverar en metas que les reporten beneficios futuros e importantes (estudiar, aprobar el curso y disfrutar de un verano de asueto).

Finalmente, de modo genérico, es importante fomentar estilos educativos que modelen e incrementen la responsabilidad, la autoestima, el autocontrol o las habilidades asertivas.

Fuente: La Región 

12 ene 2017

¿Cómo bebemos? Gráficos que explican el consumo de alcohol en España


Un 10% de los españoles bebe a diario; entre los hombres, la cifra sube al 15%

La Unión Europea (UE) es la región del mundo donde más se bebe, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España "todos los parámetros evolucionan favorablemente y en el ranking europeo estamos por debajo de la media, pero las leves mejoras se producen a un ritmo tan lento que no nos puede complacer", como dice a Verne Francisco Babín, delegado del Gobierno para el Plan Nacional Sobre Drogas. "Estamos muy preocupados", reconoce cuando habla sobre todo de consumo en adolescentes, donde observa "una permisividad y tolerancia tremendas".
El alcohol, como recuerda Babín, puede derivar en adicción y "es el factor de riesgo modificable" que más enfermedades genera. Pero además de problemas en el sistema digestivo -que afectan sobre todo al hígado- y en el circulatorio -corazón, hipertensión, etc-, su consumo está asociado a accidentes de circulación vial y comportamientos lesivos, como pueden ser peleas y agresiones.
La OMS tiene una herramienta para que calcular si bebemos más de la cuenta, aunque aclara que "la situación ideal para la salud es no beber nada". Babín lo confirma e insiste sobre todo en el riesgo para la población adolescente, para quienes "cualquier alcohol tiene efectos en la maduración y no hay dosis segura".
En el siguiente gráfico puedes explorar el consumo medio de los españoles según las estadísticas de 2015 del Observatorio Español de las Drogas y las Toxicomanías. En él se observa, por ejemplo, cómo la población más adulta masculina -entre 45 y 64 años- es la que más instituido tiene el hábito. Según Babín, "entre las personas que acuden a un centro de desintoxicación, hay más personas mayores por consumo de alcohol que de cualquier otra sustancia".



El preocupante consumo de las chicas

El 78% de los adolescentes han bebido antes de los 18. Antes era el 84%, pero esa variación o el leve descenso en las borracheras "no nos puede complacer", insiste Babín. Un tercio (32,2%) de los chavales de entre 14 y 18 años se ha dado un atracón de beber en el último mes, según la encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES) del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT).
En 20 años ha caído la prevalencia en las categorías de consumo más moderado, pero a la vez, ha aumentado la intensidad en las veces en que se bebe. Si en 1994 el 16% reconocía haberse emborrachado en el último mes, en 2014 el dato subía al 22%.
Las adolescentes, desde hace tiempo, presentan un mayor riesgo que los chicos en su consumo de alcohol (y también en tabaco y medicamentos). "No hay aún una estrategia nacional para afrontar este problema", dice el delegado del Gobierno, que explica sin embargo que está previsto desarrollarla mientras el Ministerio de Sanidad patrocina programas específicos.





























































































La muerte de una niña de 12 años por un coma etílico en noviembre recordó la dificultad de muchos padres para evitar que sus hijos adolescentes beban alcohol. Algunos expertos, como Ignacio Calderón, director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) han publicado consejos para los padres y madres para prevenir su consumo.

El Ministerio, explica Babín, trabaja en un nuevo marco legislativo junto a acciones de prevención "con evidencia científica" para "ganar esta batalla". "A los chicas y chicos muy jóvenes no podemos pedirles que se autoprotejan; hay que evitar que el alcohol llegue a sus manos", dice. Para eso, señala, hace falta la implicación de los padres y la comunidad educativa, pero también de quienes venden alcohol o quienes se puedan encontrar a chavales bebiendo en la calle.


Fuente:  El pais; Verne

7 ene 2017

¿Sabes cuál es la ciudad que más droga consume de España?


70 000 HABITANTES, QUE CONSUMEN 509 MILIGRAMOS DE COCAÍNA POR DÍA Y POR PERSONA

La ciudad europea que más consumo de cocaína presenta es la ciudad belga de Amberes con 914,8 miligramos
Un estudio reciente sobre el consumo de drogas en 60 ciudades de 27 países europeos distintos, ha revelado que hay un pueblo español en el que se consume más droga que en otras ciudades como Madrid, París o Berlín.
La investigación ha sido llevada a cabo por el Observatorio Europeo de Drogas y ha consistido en analizar la cantidad de restos de cocaína en las aguas residuales de las ciudades evaluadas.
El pueblo español que presenta este alarmante consumo está situado en Murcia y no es otro que Molina de Segura.
Esta localidad se ha situado como la sexta donde más cocaína se ha consumido en los últimos tiempos. El análisis se hizo el pasado mes de marzo y evaluó a las ciudades españolas de Barcelona, Valencia, Castellón, Molina de Segura y Santiago de Compostela.


La capital de Cataluña se ha situado en cuarta posición en el consumo de cocaína, mientras que Castellón es la decimotercera en el mismo aspecto, según recoge Excite hoy 22 de diciembre de 2016.
Lo que es impactante es que en Molina de Segura, un pueblo de 70 000 habitantes, se consuman 509 miligramos de cocaína por día y por persona, aumentando a 562 durante los fines de semana.
Eso sí, la misma localidad ha sido antepenúltima en la clasificación de consumo de anfetaminas y en última en lo que a extasis se refiere, siendo la única de todas que no presenta consumo alguno de esta sustancia.
La ciudad europea que más consumo de cocaína presenta es la ciudad belga de Amberes con 914,8 miligramos.
Cabe destacar que es la primera vez que se desbanca a Londres de la primera posición en este consumo.
La media en la capital británica se sitúa en los 894 miligramos, en Barcelona 700 y en Zúrich, 722. Las muestras de cocaína revelan que el consumo de esta sustancia es más elevado en Europa occidental y meridional, especialmente en localidades de España, Reino Unido, Holanda y Bélgica. En Europa del Este su consumo es prácticamente insignificante.


Fuente : Periodista Digital