El regreso silencioso de esta sustancia enciende las alarmas y destapa que
Holanda es el gran supermercado de estupefacientes en Europa
Durante décadas se la llamó
“caballo” y dio pie a multitud de metáforas. Recientes señales han alertado a
la policía y a la UE, ante la amenaza de que el consumo de heroína en España
vuelva a desbocarse. Sigue estable, pero por primera vez en la historia se
han desmantelado laboratorios —en Valladolid y Cuenca— y se han producido
sucesivas incautaciones: 56 kilos en abril en Tui (Galicia), 27 kilos en
diciembre de 2015 entre A Coruña y Portugal, otros 16 a un grupo arousano en
julio de 2015. Ese año se aprehendieron un total de 256 kilos, 12 más que el
anterior. El origen de todo: Holanda, “el gran supermercado de la droga de
Europa”.
Esta misma semana
la Agencia Europea sobre Drogas (OEDT) alertaba, durante la
presentación de su informe anual en Lisboa, sobre el peligro de “un efecto
dominó” provocado por la entrada de la heroína procedente de Afganistán: “Según
los últimos datos, ha crecido también el número de muertes por sobredosis. No está
claro si ambos fenómenos están relacionados, pero la cuestión ha de ser
investigada”.
Frente a la imagen deteriorada
del yonqui, otra nueva está surgiendo en torno al submundo
de la heroína, según señalan los expertos en la lucha antidroga y los
representantes de asociaciones contra el narcotráfico.
“Es gente joven, que no conoce
lo que pasó en los ochenta”, dicen; que no se inyecta la heroína sino que la
fuma, por lo que no tiene esa percepción del riesgo ligada al sida; que lo hace
además para paliar los efectos de las otras drogas que consume, como la cocaína
o el éxtasis, mucho más psicóticos; “En realidad, consumen heroína para
compensar y relajarse”. Ese podría ser el perfil del nuevo yonqui.
Aquellos laboratorios se desmontaron
en 2015, con químicos turcos que procesaban la morfina para hacer heroína. Y
después el goteo de cargamentos en Galicia, una tierra vapuleada por esa droga
pero donde los canales de los narcos siguen intactos, engrasados incluso por
las horas compartidas por los capos en
prisión.
Cuando la heroína parecía ya
una droga del pasado, asociada a “una generación perdida” de jóvenes
enganchados en los ochenta, y a los estragos causados por el sida, los expertos
en la materia —desde ámbitos policiales, judiciales y sociales— coinciden en
señalar “un repunte” preocupante, aunque de momento en España no se ha llegado
a la “epidemia” que sacude algunas ciudades de Estados Unidos como
Ohio. “Ahora, aunque no hay datos de un mayor consumo, usan la heroína como
relajante, para compensar los efectos de otras drogas más excitantes como la
cocaína y las sintéticas”, comenta el jefe de la Fiscalía Antidroga, José Ramón
Noreña. Y así se percibe también en las asociaciones y fundaciones contra el
narcotráfico en Galicia.
“Hay pruebas de innovación en
la oferta de heroína en los mercados europeos y es posible un resurgimiento de
esta droga”, advierte con contundencia el informe europeo. Las
razones de la mayor presencia de heroína en el mercado son variadas, pero
básicamente tienen que ver con la ley de la oferta y la demanda. “Desde que se
fueron los soldados americanos y los cascos azules de Afganistán, las plantaciones
de amapolas se han disparado junto con la producción”, señala un responsable de
la Brigada Central de Estupefacientes. “La entrada a Europa es desde Turquía,
los turcos son los grandes comerciantes y tienen desplegada una tupida red de
contactos”, asegura.
Lo cierto es que, según señalan
agentes de enlace de la policía española en Holanda, son precisamente los
clanes turcos los que controlan la recepción —por tierra y por mar— y la salida
de la mercancía en el puerto de Rotterdam, el más grande de Europa. “El puerto
y las barriadas colindantes, habitadas por una mayoría de inmigrantes de
Turquía, son las que almacenan y dan salida a la droga y ahora mismo hay stock y está tirada de precio”, coinciden los
expertos, que calculan que a un kilo de heroína (20.000 euros) se le pueden
sacar 10.000 de beneficio, solo con el transporte. Este periódico quiso recoger
la versión holandesa a través de su embajada y de su policía pero no se atendió
la petición.
“Lo de Holanda ya era así desde
la época del tabaco, toda la parte logística se llevaba allí, todas las
investigaciones acababan allí. Por su forma de trabajar se les da muy mal la
delincuencia organizada, ahora tienen también el terrorismo islámico y es que
no se enteran”, dice el juez José Antonio Vázquez Taín, conocido por su lucha
contra la droga como “el Garzón gallego”. “Para ellos la droga no es una
prioridad”, coinciden especialistas de la Guardia Civil y de la Policía. “En
España somos mucho más activos, ellos hasta que no lo ven…”, subraya el fiscal
Noreña.
La heroína llega a España en
dobles fondos de camiones de mercancías y oculta en vehículos. “Es más fácil de
mover, son cantidades más pequeñas, no hablamos de contenedores como con la
coca”, comenta un policía con años de experiencia en estupefacientes. “El único
punto de mayor control lo encuentran en Francia por el temor yihadista, pero
van y vienen de pillar a Holanda con mucha
facilidad”, explica.
Galicia es lugar de destino
principal, junto con Barcelona, Madrid y Zaragoza, porque los canales ya
están abiertos desde los años del contrabando de tabaco y porque es frontera
con Portugal. “Ahora se han detectado grupos de albanokosovares que la distribuyen
a los dos lados de la frontera, desde Tui y Porriño hacia Portugal”, señala un
responsable de la lucha contra el narcotráfico gallego. “Incluso usan los
pueblos portugueses vecinos como guardería(almacén)
porque saben que, aunque la colaboración policial es buena, dificultan las
investigaciones”, apostilla un capitán de la Guardia Civil de
Pontevedra. En Barcelona actúan grupos paquistaníes, etnia más
numerosa en Cataluña, que recibe la mercancía desde su país en avión e incluso
por paquetería postal.
En Galicia siguen siendo los
mismos los que manejan el negocio, ante la mirada impasible de sus vecinos, que
incluso frecuentan sus tiendas y bares. “Las grandes familias de narcos
continúan activas”, señala un jefe de los Grupos de Respuesta Especial para el
Crimen Organizado (GRECO) en Galicia. “Muchos están saliendo ahora de la cárcel
y vuelven al negocio, incluso con los contactos que han hecho en prisión: nunca
dejan de trabajar”, bromea. Y, también “como siempre”, de la llegada al
consumidor se encargan “los mismos gitanos”. Son ellos, con los
sobrenombres de “príncipes” y “reyes”, los que la reparten por los llamados en
todas partes poblados de la droga.
Fuente: El País