18 dic 2015

LO PIERDE TODO POR LAS DROGAS


Cuando creyó que al mundo lo tenía en sus manos, Bernado Villa perdió el control de su vida y terminó sin darse cuenta envuelto en el mundo de las drogas para al final terminar en la indigencia lejos de su tierra natal.

Originario de Tijuana, Baja California, Bernardo, de 60 años de edad, relató las adversidades que ha tenido que pasar a lo largo de sus últimos quince años de su vida, los cuales ha pasado deambulando por innumerables lugares “por decisión propia”.

El padre de dos hijos recordó sus años de gloria en la ciudad fronteriza Tijuana, Baja California, donde hace apenas unos años se dedicaba al servicio dental y en ese entonces podía presumir que tenía su futuro prácticamente resuelto.

“Yo soy técnico de prótesis dental, en Tijuana tenía mi laboratorio, tenía a mi familia, estaba a lado de mis dos hijos y la verdad me sentía como pavo real”.

“Cuando uno está a la alza siente que lo puede todo y no le importa las consecuencias porque piensas que no te pasará nada, y pues tienes amigos que se acercan y te invitan a probar cosas nuevas y pues yo acepté”, dijo.

INICIA CON HEROÍNA

Con el rostro maltratado y su voz aguardentosa, el tijuanense aseguró que su vida se desplomó al instante que por primera vez probó la heroína, una droga que se le facilitó entre su círculo de amigos y que terminó por destruir su vida por completo.

“Al principio yo empecé a tomar mucho, ya después me ofrecieron la droga y me envicié, llegó un momento que ya no podía con mi vida, yo pensé que nunca iba a salir de eso, la necesidad de consumir heroína es más fuerte que comer”.

“Ahora ya dejé todo eso, ya que había perdido todo me di cuenta que no valía la pena seguir así, pero cuando reaccioné ya estaba como hoy, en la calle y no me arrepiento, es mejor no molestar a nadie, mis hijos ya están grandes y tienen su vida”, expresó.

LA INDIGENCIA, UNA DECISIÓN DIFÍCIL

Una decisión bastante dura fue como Bernardo Villa calificó al tener que abandonar su vida anterior y salir al mundo a divagar sin rumbo fijo, ya que estaba envuelto en el mundo de la depresión y la droga, del cual no podía salir.

“Fue muy duro para mí, cuando uno está deprimido hace cosas que nunca hubiera imaginado que haría, yo ese día recuerdo que me salí, así sin nada y empecé a caminar y caminar, a quedarme dormido donde sea”.

“Chillé mucho, día y noche durante tres semanas, me tiraba a las vías del tren de la desesperación porque no sabía cómo salir de la droga, había perdido todo, vendí mi laboratorio, yo hacía placas dentales, tenía muchos clientes y me iba bien, todo se destruyó”, reveló.

Aparentemente tranquilo y en paz con su vida actual, Bernardo aseguró que se siente a gusto y no tiene planes de volver a su vida anterior, aunque no descarta la posibilidad de aceptar ayuda y dejar la indigencia que por tantos años lo ha acompañado.

“Me gusta mi vida de ahora, ya no estoy en la droga y me siento a gusto, no me gustaría tener la vida de antes, pero a veces sí extraño cosas y tal vez si me ayudaran podría empezar otra vez”.

“Lo que no quiero es sentirme como antes, ni volver a la droga, por eso me gusta estar solo, no me gusta estar con otros indigentes porque te ofrecen droga, yo no sabía que aquí también había heroína y es muy feo tener la tentación, por eso me alejo de ellos”, agregó.

El Imparcial

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